¿Cómo se deberían redefinir las elecciones en Colombia? La novedosa propuesta digital que busca cambiar
Colombia enfrenta uno de sus mayores retos: garantizar que el proceso electoral sea seguro, transparente y confiable.
Noticias RCN
07:31 a. m.
A menos de un año de las elecciones presidenciales, Colombia enfrenta uno de sus mayores retos: garantizar que el proceso electoral sea seguro, transparente y confiable. Todo esto ocurre en medio de un debate nacional, luego de que el mismo Gobierno señaló la posibilidad de un posible fraude electoral en 2026.
Según David Rojas, CEO de Intexus, compañía referente en tecnologías de gestión de identidad y biometría en la región, el fraude electoral sigue siendo una amenaza latente y la tecnología puede convertirse en una gran aliada de la democracia si se integra de manera adecuada.
Y es que la corrupción electoral no es un problema propio de Colombia, en países como Bolivia en 2019 la Organización de los Estados Americanos (OEA) denunció “irregularidades significativas” en las elecciones presidenciales, que incluían manipulación de datos, deficiencias en la cadena de custodia, redirección de servidores y alteración de las actas electorales.
Años más tarde, se produjo un caso muy similar en Venezuela, donde no solo esta misma entidad, sino también diversas organizaciones, hicieron hincapié en la falta de transparencia en los comicios de 2024.
Incluso en Rusia, medios independientes denunciaron que el número de votos robados en las últimas elecciones presidenciales, en las que ganó Vladimir Putin, osciló entre 22 y 36 millones, de un total de 76 millones de votantes. Estos eventos evidencian que la corrupción en los procesos electorales es un fenómeno global que va más allá de las fronteras y pone en peligro la confianza en la democracia.
Preocupantes datos sobre fraudes electorales
En América Latina, el informe Democracy in Latin America alerta sobre el creciente nivel de desconfianza ciudadana: más del 35% de la población duda de la transparencia de los procesos electorales, incluso cuando no existen pruebas contundentes de fraude. Esta percepción, alimentada por la desinformación y la polarización, es capaz de desestabilizar democracias enteras.
Rojas señala que “es en este contexto donde la inteligencia artificial (IA), combinada con biometría, refuerza la autenticación en tiempo real de los votantes a través de la huella, el rostro o el iris, reduciendo significativamente las suplantaciones”, asegura el directivo de Intexus.
El directivo agrega que al incorporar el blockchain a esta combinación, se puede desarrollar un proceso electoral más seguro y fiable. Esto se debe a que los votos se cifran y se registran en blockchain de manera inmutable y verificable, mientras que la IA realiza auditorías del sistema para identificar posibles fraudes.
De esta manera, la privacidad se resguarda a través de claves criptográficas, y el conteo se lleva a cabo de forma automática y transparente, lo que también facilita la participación de todos los ciudadanos, incluso aquellos que están en el extranjero.
Asimismo, la descentralización proporciona una mayor resiliencia ante posibles ataques y fortalece la confianza en los resultados, al establecer una infraestructura robusta e inmutable en la que cada voto y cada acta se registran como bloques digitales que no pueden ser modificados sin dejar rastro. Además, permite la realización de auditorías en tiempo real, lo que ofrece visibilidad instantánea sobre la información y disminuye la dependencia de procedimientos manuales, que suelen ser lentos y propensos a errores humanos o manipulaciones.
Actualmente, ya varios países están implementando algunas de estas tecnologías. En Perú, por ejemplo, se aprobó una ley que permitirá a los miembros de las Fuerzas Armadas y a los ciudadanos en el exterior votar mediante plataformas blockchain a partir de 2026. Esta tecnología garantizará que cada voto sea inmutable y trazable, además de permitir un conteo en tiempo real, reforzando así la transparencia del proceso electoral.
La corrupción electoral es una amenaza latente que socava la integridad de los procesos democráticos y debilita la confianza ciudadana en las instituciones. Se trata de una de las problemáticas más preocupantes durante los comicios a nivel global. Sin embargo, la implementación ética de tecnologías podría transformar este panorama, promoviendo elecciones verdaderamente transparentes y confiables.
