Fiestas, hacinamiento, riñas y escándalos: ¿qué está pasando en las cárceles de Colombia?

En las cárceles del país parecen reinar las órdenes de los presos más poderosos. Son quienes, con millones de pesos en sus celdas, manejan las cosas a su antojo. Es una realidad histórica y actual, que, una vez más, quedó evidenciada con la fiesta que se realizó en el llamado pabellón de extraditables de La Picota y que terminó con un nuevo del director de ese centro penitenciario.

“Las cárceles no son clubes de recreo”, aseguró el ministro de Justicia, Néstor Osuna. No obstante, adentro de los muros en el sur de Bogotá desfilaron artistas de vallenato, botellas de licor y juegos de azar, teniendo como excusa la celebración del Día de la Virgen de las Mercedes, patrona de los reclusos, y como aliciente la omisión por parte de los guardianes y autoridades de La Picota. De una cárcel donde se fugaron Miguel Ángel Sánchez, Daniel Eduardo Mateus, Deimer Sánchez, alias ‘Meme’, ‘Matamba’ y otros más.

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La decisión de Osuna fue reunirse con el director del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec), coronel Daniel Fernando Gutiérrez, y trasladar como director de La Picota al dragoneante Horacio Bustamante Reyes, quien lleva 27 años al servicio del Inpec.

Esta designación también se dio luego de un operativo sorpresa en la cárcel, donde, según MinJusticia, se hallaron 122 celulares, 30 módems de internet, cinco tabletas, tres proyectores, cuatro relojes inteligentes, cinco audífonos para celulares inalámbricos, 11 decodificadores para televisión, 19 parlantes de música, 184 botellas de licor (entre whisky, tequila, vino y champaña), así como $400.000 de dinero en efectivo.

Ese escándalo se suma al problema del hacinamiento en diversos centros de reclusión del país. Por ejemplo, una situación crítica se vive en la estación de Policía ‘La 19’, en Riohacha (La Guajira), donde las personas privadas de la libertad viven prácticamente una encima de otra y deben hacer sus necesidades en cajas pequeñas al lado de los demás reclusos. “Aquí se muere uno adentro”, dicen ellos.

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“Hay detenidos en estaciones de Policía y centros de detención transitoria, conocidos como URI, donde el hacinamiento es del más del 170 %. Una situación catastrófica es una negación absoluta de los derechos humanos de las personas detenidas”, profundizó Osuna.

Y es que se estima que, según la Defensoría del Pueblo, el hacinamiento en el país es del 2.000 %, generando así múltiples enfermedades entre los presos. Carlos Camargo, defensor del pueblo, calificó lo anterior como una situación “inhumana”. Lo cierto es que, por ahora, no se ve una solución pronta y efectiva a la vista. Además, se inauguran cárceles, como la de El Bosque en Barranquilla, y 510 celdas están sin utilizar por falta de personal del Inpec y las adecuaciones necesarias.

Mientras tanto, cada día hay un escándalo nuevo en alguna cárcel del país. Este domingo, en la de Jamundí (Valle del Cauca), una riña dejó a dos personas con heridas graves después de que seis personas la protagonizaran en el horario de visitas de los familiares. Unos de fiesta, porque tienen poder económico; otros, enfermándose, porque las autoridades no solucionan; y otros más, arriesgando su vida con peleas que a veces son a muerte.

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