Colombiaagosto 23, 2022hace 2 años

Historias de vida: el colombiano que dice haber estado en el cielo mientras estuvo en coma

Jaime Darío Espeleta Herrera regresó a la vida tras estar 3 meses en coma y una experiencia sobrenatural.

Colombiano regresó del 'más allá' tras estar en coma 3 mesesFoto: Cortesía

La vida después de la muerte es sin duda todo un misterio. Sin embargo, las personas que han vivido experiencias cercanas a la muerte describen la escena como algo sobrenatural. 

Ese fue el caso de Jaime Darío Espeleta Herrera, guajiro y residente en Bogotá hace 22 años, esposo y padre de cuatro hijos de 14, 12 y 5 años, y de su perro pomerania ‘Lulú’, que considera un hijo más. Contó su experiencia a NoticiasRCN.com y detalló lo vivido tras estar tres meses en coma. 

Frente a todo el proceso de la pandemia y el estrés ocasionado por el encierro, como familia, decidieron viajar a Estados Unidos en octubre del 2020 a la casa de su cuñada y esposo, quienes están radicados en ese país. 

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Transcurridos tres meses, el 3 de enero del 2021 su concuñado los invitó a la frontera de Estados Unidos con México a disfrutar en familia, comer comida mexicana y tomarse unos tequilas, pues dos días después viajaban de regreso a Colombia. En medio de la noche se burló socarronamente porque le aterraba el hecho que, siendo guajiro y acostumbrado desde joven a tomar toda clase de licores, a las 2:00 de la mañana se sentía completamente ebrio, así que decidió ir a descansar.

Transcurridas las horas empezó a trasbocar y como si se tratara de un ‘guayabo’, trató de pasarlo con remedios caseros: limonada y caldo de costilla como buen colombiano. Sin embargo, seguía sintiéndose mal por lo que decidió pasar el día en casa mientras que su esposa, hijos y cuñada fueron a comprar ropa y útiles escolares. Eso fue lo último que recordó.

Una señal de alarma

Su esposa asegura que lo llamó y que él respondió hablando incoherencias y delirando, lo que la llevó a preocuparse y regresar inmediatamente a casa donde lo encontró inconsciente. Llamaron a la ambulancia y lo llevaron a la clínica mas cercana. Después de dos angustiantes horas el médico dio su primer diagnóstico: covid-19 y un aparente derrame cerebral. 

Tras realizarle más exámenes los médicos informaron que Jaime presentaba un tumor a nivel de la glándula pituitaria en el cerebro que comprometía el nervio óptico, el sistema locomotor y del habla, lo que requería una operación de inmediato.

En primera instancia solo pudieron extraer medio tumor por los nervios que comprometía. Al terminar la intervención quirúrgica entró en coma. Los médicos trataron de despertarlo con pequeñas descargas eléctricas en manos y pies, pero el cuerpo de Jaime ya se encontraba en otra dimensión.

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Y es que cuando los métodos científicos quedan cortos, solo permanece una fe inquebrantable clamando por vida. Eso fue lo que hizo Andrea Paola Villada Ortiz, esposa de Jaime. Se involucró en grupos de oración, además de hacer videollamadas a familiares y amigos cercanos para que le hablaran a su esposo y así estimular sus sentidos. También le ponía su música favorita, esos vallenatos de antaño, salsa y merengue dominicano que más le gustan. 

Pero mientras que en el plano terrenal se clamaba por vida, en el plano espiritual Jaime vivía toda una experiencia sobrenatural.

‘‘Estaba durmiendo, voy elevándome y veo el desprendimiento del espíritu de mi cuerpo, yo veo hacia abajo y veo a los médicos tomándome la presión y me asusto. Comienzo a salir corriendo de la habitación y a recorrer la clínica donde estaba, pero al ser vivo, al ser humano yo no lo veo yo solo veo otros espíritus. Cuando empiezo a deambular por ahí, a unas siete habitaciones de la mía, había una persona que había fallecido...

...Yo pude ver cómo el espíritu iba saliendo de su cuerpo

Llegó al túnel con sentimientos encontrados 

‘’No tenía miedo donde estaba, tenía incertidumbre ¿Dónde estoy?, ¿qué es esto? Tenía confusión, pero miedo nunca tuve. El sitio donde yo estaba era un sitio celestial, no de pecadores.’’

Y la pregunta que seguramente le empieza a surgir es ¿cómo era ese túnel? Pues bien, Jaime detalló lo que sintió y vivió allí: 

‘‘Yo estaba en el túnel y no pude pasar el jardín, pero sí alcancé a observar que había frutas, verduras, había muchas flores, un verdor espectacular; arbustos, árboles grandes, pequeños, el azul del cielo sumamente hermoso, el sol era brillante pero no quemaba. Era un sol tibio, no quemaba la piel, un jardín soñado’’.

En medio de su confusión e interrogantes la única alternativa que tenía era seguir el camino que le dictaba el interminable túnel.  

‘‘El túnel era oscuro, largo. Yo estaba desesperado porque caminaba, trotaba, corría y hubo un momento en que me senté en el piso contra la pared y comencé a llorar desesperado a pedirle a Dios que me sacara de ahí, ¿dónde estoy? ¿qué es esto?. Miro hacia un lado, hacia el otro como si hubiera alguien caminando con una linterna y pegué un grito".

Comencé a correr hacia la luz y a medida que me aproximaba no era una linterna, era la salida del túnel

"(...) cuando voy llegando ya yo veo el jardín y comienza a salir gente, todos en bata blanca, un blanco espectacular. La parte del dorso del pie arriba era prácticamente sin nada, nada más unas sandalias alrededor del tobillo y el dedo gordo del pie. La gente se veía fresca, vestían muy sencillos pero se veían hermosos, los cachetes rosaditos, limpios, espiritual".

Poco a poco la confusión y el temor se empezaba a disipar y la tranquilidad lo inundó de esperanza. En su recorrido empezó a encontrarse con viejos amigos que habían fallecido en el pasado que lo saludaban según la cultura de sus paisanos guajiros ‘‘primo’’ ‘‘compadre mío’’, le hacían señas dándole la bienvenida y cuando iba a dar el paso hacia el jardín sucedió lo inexplicable.

‘‘Se atraviesa mi mamá, mi mamá no me dejó pasar al jardín. Veo a mi mamá y me dice ¿tú que haces aquí? ¡No es tu momento! ¡No debes estar aquí! Quedé desconcertado y le dije: no se dónde estoy primero que todo y no sé de qué me estás hablando. Estaba totalmente perdido, mi mamá trata de conducirme porque yo no sabía cómo regresar. Camina un trecho muy corto, me hace señas de que siga derecho y me dice no voltee a ninguna parte. Empecé a escuchar de lejos una canción vallenata y aceleré el paso, aparentemente mi esposa cortó la música y no di para llegar a mi cuerpo, me tocó regresarme por donde venía’’, relató.

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Una confesión honesta y un triste desprendimiento

Camino de regreso Jaime se encontró con su padre, Benjamín Espeleta Ariza en el jardín: ‘‘Me dijo siéntate que tenemos que conversar y comenzó a hablarme sobre su vida, de los arrepentimientos que tenía al haberse separado de mi mamá, del hecho de no poder seguir viviendo con nosotros. Era una confesión honesta de su vida".

Luego, afirma que su mamá apareció otra vez. "Sentí el grito ¡Jaime Darío! ¿qué haces aquí nuevamente? Voy a acompañarte mucho más lejos, espérame acá. Saco la conclusión de que le estaba pidiendo a papito Dios permiso para que pudiera acompañarme, ella se metió al jardín, duró un ratico, después me fui con mi mamá, ella adelante y yo atrás".

Su mamá falleció cuando tenía un poco más de 80 años, pero Jaime dice que cuando la vio en el más allá estaba enérgica, de buena salud, semblante. "Estaba erguida y no tenía los 80 y pico de años de cuando ella murió, sino que tenía más o menos una edad madura de 40 y algo, igual que mi papá’’. 

Jaime, entre lágrimas, debía continuar su camino de regreso. Su mamá no iba a acompañarlo más, pero no podía irse sin pedirle perdón por no haber estado el día de su muerte debido a que el permiso para viajar no le llegó a tiempo en época de pandemia.

‘‘Me dijo ¡No te disculpes! yo se lo que te pasó, nosotros en este plano nos damos cuenta de todo lo que les sucede a ustedes’’.

¿Qué pasa después de la muerte?

‘‘Ellos mueren, pero en el plano espiritual de ellos se dan cuenta de los seres queridos, qué les sucede, cuando se alegran, se enferman, están bravos, en peligro. Ellos tienen un lenguaje que tratan de advertirle del peligro o de personas que quieran hacernos daño, pero uno no alcanza a entender el lenguaje de ellos, pero sí advierten’’, afirma Jaime.

Finalmente se despiden y el mensaje que le dejó su madre fue: ‘‘cuida mucho a tus tres hijos, valora a tu esposa que es una gran mujer y no te olvides de tu hermano’’. Palabras que retumban una y otra vez en su cabeza.

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De regreso a casa 

Y con el sonido de uno de sus vallenatos favoritos, 'Benditos Versos' de Los Betos volvió el soplo de vida. Salió de la clínica en silla de ruedas, sin poder hablar bien y sin ver por ninguno de sus ojos.

Además, al despertar creyó que tenía 20 años menos, es decir, todos sus recuerdos habían desaparecido, al igual que el tiempo en su mente. No recordaba ni a su esposa ni a sus hijos, fue su pequeño perro ‘‘Lulú’’, y a medida que hablaba con su familia, que le ayudó a recordar poco a poco.

Y aunque no menciona si hay un lugar para pecadores, Jaime deja mucho que pensar: 

A la muerte no hay que tenerle miedo, a menos que te hayas portado mal en la vida, hayas asesinado o cometido pecados gravísimos

"Yo por lo menos no lo sentí y fui a otro plano, no sé a dónde va la gente que se porta mal’’ indicó. 

Jaime estuvo en terapias y fue hasta el mes pasado que las terminó, recuperó la vista en su ojo derecho y el izquierdo lo operan en dos meses, recuperó la movilidad, ya trota y corre.

Para algunos fue locura, para los médicos producto de la medicina, pero para Jaime es un hecho vivo y real que seguramente recordará toda su vida y sin duda el que determinó un antes y después en su manera de pensar y actuar. Para mí, un milagro que merece ser contado. 

 

@_Camilapabon

por:Autor Noticias RCN

noticiasrcn.com- Camila Pabón

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