La familia Ariza es guardiana del volcán Nevado del Ruiz tras tragedia de Armero
Tres generaciones de la familia Ariza se han convertido en guardianes del volcán en Villahermosa, Tolima, una misión que comenzó hace 39 años.
Noticias RCN
08:03 a. m.
La memoria de Armero permanece viva en las faldas del volcán Nevado del Ruiz, donde una familia ha asumido durante casi cuatro décadas la responsabilidad de vigilar al coloso que el 13 de noviembre de 1985 sepultó a más de 25.000 personas. Los Ariza, establecidos en la vereda Betulia de Villahermosa, Tolima, mantienen una misión que comenzó hace 39 años y que ahora pasa de generación en generación.
Serafín Ariza, de 78 años, es el guardián más antiguo del volcán en la zona. La tradición familiar de vigilancia ha pasado a su hijo mayor Edward y ahora al menor, Anderson. Este último asumió el rol debido a problemas de salud de su padre y hermano.
"Aquí yo soy los ojos del volcán, porque aquí cuando caen rayos allá encima del volcán, los teléfonos quedan muertos. Lo único que le pedimos a mi Dios es que no se vaya la señal del radio que yo tengo".
Y reconoce la doble naturaleza de su misión: "le tengo miedo y respeto a la vez, porque es un amigo que tenemos ahí, pero en cualquier momento nos puede ocasionar una tragedia grande".
María José, de nueve años, representa la tercera generación de guardianes, del que llama su 'gigante amigo'. Nacida en 2016, tres décadas después de la tragedia, conoce la historia de Armero a través de las palabras de su abuelo, para ella son historias lejanas, pero para su familia son cicatrices que nunca cerraron.
Y es que, a pesar de los sistemas tecnológicos de última generación que monitorean el volcán, la familia Ariza confía en la observación directa.
"Le pedimos mucho a Dios que el volcán no vaya a hacer una erupción ni que llueva mucho", dice Anderson, refiriéndose al peligro que representa el desbordamiento del río Lagunilla cuando las lluvias son intensas.
María José ya tiene clara su vocación: "Cuando sea grande quiero apoyar a mi papá de ser vigía del volcán, reemplazando a mi abuelito Serafín, a mi tío Edward Antonio y a mi papá Edward Ariza, si Dios lo permite".
Su mensaje al volcán es sencillo: "Yo le diría al volcán que no vaya a ser una erupción muy grande, porque puede ser muy peligrosa y muy miedosa".


