Quebrando el mito de Pablo Escobar, 30 años después

Cuando el Bloque de Búsqueda lo dio de baja, había una recompensa de 2.700 millones de pesos por Pablo Emilio Escobar Gaviria, el más buscado del mundo en ese momento. Eran las 2:50 minutos de la tarde del jueves 2 de diciembre de 1993, un día después del cumpleaños del criminal que se creyó capaz de poner de rodillas al país y ahora yacía sobre el tejado de una casa, en el barrio Los Olivos de Medellín.

Su caída se produjo tras una persecución con altibajos, pero sin tregua, que encabezó el entonces coronel de la Policía Hugo Martínez Poveda, al mando de un grupo élite que perdió a varios de sus integrantes en esa misión. Además de la destreza y conocimiento de quienes iban tras el narco, su final lo facilitó en el último momento la mayor debilidad de este: su familia, casi tan acorralada como él. De hecho, estaba conversando con su hijo Juan Pablo cuando fue localizado.

Segundos antes había caído Álvaro de Jesús Agudelo, alias el Limón, quien lo acompañó en la última madriguera, una vivienda con fachada anónima que ya no existe y que estuvo abandonada por más de diez años, antes de levantarse una nueva construcción. Por allí todavía asoman curiosos.

30 años después, hay quienes todavía se quiebran por el dolor y el daño que les causaron Escobar y su cuadrilla de sicarios, pero también hay unos cuantos que sucumben ante el oscuro magnetismo que ejerce este ícono de la maldad.

Hacienda Nápoles: lujo y extravagancia

La Hacienda Nápoles, en Puerto Triunfo, Antioquia, fue ícono de la ostentación y la extravagancia de Pablo Escobar. La estrenó en 1978, con 533 hectáreas de tierra, y la amplió a 3.000, con río Cocorná de por medio. Esta fue probablemente su propiedad favorita, que exhibió a políticos, periodistas, deportistas célebres, a una que otra vedette, a personajes de farándula y a los cabecillas del narcotráfico con los que hizo sociedad en algún momento, como los Ochoa y Gonzalo Rodríguez Gacha, alias el Mexicano.

Coronó la puerta de entrada con una avioneta en la que supuestamente transportó su primer gran cargamento de cocaína, y lo que se explayaba de ahí hacia dentro era un complejo con una casa de lujo, una casa extra, cabañas, seis piscinas, 27 lagos artificiales, pista de aterrizaje, hangar, helipuerto, estación de gasolina, centro médico, plaza de toros y un proyecto de represa con isla incorporada, que dejó iniciado.

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Pero lo alucinante fue el zoológico que montó con cerca de 1.500 animales, entre los que había camellos, jirafas, cebras, elefantes, canguros, aves exóticas, dromedarios y los célebres hipopótamos que aún son motivo de controversia.

Hace 15 años una alianza de la empresa privada con el Estado convirtió a este lugar en el Parque Temático Hacienda Nápoles, uno de los más grandes de su especie en Suramérica y uno de los más exóticos del mundo.

La horrible noche

Por cuenta de los narcos, Colombia tuvo su más horrible noche a partir del 30 de abril de 1984, cuando asesinaron al ministro Rodrigo Lara Bonilla. Fueron casi diez años del “desafío armado” del cartel de Medellín, que dejó por lo menos cuatro mil civiles y 550 policías asesinados, y varios miles de heridos.

En 1989, Pablo Escobar ofreció pagar por cada uniformado muerto, lo que tuvo el peor efecto en la capital de Antioquia, donde en un solo día llegaron a ser velados diez policías.

Medellín también fue blanco recurrente de carros bomba y ataques con explosivos tanto como Bogotá y en menor medida otras capitales. Se contaron 195 atentados, entre 1989 y 1993, contra objetivos como El Espectador, Vanguardia Liberal, Colmundo Radio, el edificio del DAS, la plaza de toros de La Macarena, hoteles, centros comerciales, barrios, droguerías, estaciones y patrullas de Policía y el Boeing de Avianca que volaba con 107 personas.

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