Así fue el rescate de los tres mineros de Lenguazaque

Las autoridades departamentales sabían que el domingo 23 de agosto sería el “día de la esperanza”. Estaban seguros de que los esfuerzos que habían hecho por cuatro días se verían recompensados con el regreso a la superficie de Antonio Eduardo y Manuel.

Desde el miércoles 19 de agosto, que ocurrió el accidente, los organismos de socorro y mineros colaboradores no dejaron de trabajar, pero el domingo avanzaron con mayor prontitud para rescatar a los tres trabajadores que se encontraban detrás de la vagoneta que sufrió la ruptura mecánica y provocó el derrumbe.

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Las dificultades que encontraron a su paso no fueron impedimento para llegar a ellos y verlos sanos y salvos.

"Teníamos las mangueras del aire y del agua atravesadas. Nos tocó utilizar herramientas para abrir espacio, para que ellos pasaran", indicó Jonathan Camilo Niño, minero colaborador.

Los mineros colaboradores trabajaban en turnos de cuatro horas y el domingo el último salió del socavón sobre las 5:00 de la tarde con muy buenas noticias: removieron escombros de tal forma que estaban a solo dos metros de material minero para reencontrarse con aquellos que permanecieron bajo tierra por un poco más de 90 horas.

Finalmente, la hora cero llegó. A las 9:00 de la noche, y con los organismos de socorro listos para actuar, uno a uno fueron saliendo de la pesadilla.

El primero en llegar a la superficie fue Javier Antonio Salas, de 45 años. Recibió un saludo del presidente Iván Duque, escuchó a sus familiares y de inmediato fue llevado en una camilla a una ambulancia medicalizada.

Minutos después, Eduardo Mateo salió sano y salvo. Con vendas y gafas solares trataron de mitigar el impacto que trae consigo el estar bajo tierra y no ver la luz solar por varios días.

El tercer y último en ascender del socavón fue Manuel Antonio Sánchez que, además de extender un saludo al mandatario colombiano, habló de sus hermanos que por varios días no lograron conciliar el sueño.

A las 9:20 de la noche finalizaron las labores de rescate. A esta hora los mineros se encuentran en constante monitoreo médico en el Hospital Central de Ubaté.

Más de 90 horas de angustia

Los tres trabajadores tuvieron que soportar eternas horas. Días de angustia que vivieron a 37 metros de profundidad, enterrados con vida luego de que un carro de material se soltó y causó el derrumbe que los dejó aislados, sin alimento y sin bebidas.

La difícil prueba que la vida les puso a los tres mineros comenzó el pasado miércoles 19 de agosto a las 8:20 de la noche cuando el carro que sacaba el material colapsó y rodó derrumbando todo a su paso. Solo cuando intentaron caminar a la salida notaron que habían quedado bloqueados.

Afuera, las horas siguientes al accidente transcurrieron con la llegada a la mina de los organismos de socorro, mineros de la región y familiares.

La ayuda empezó con el despliegue de una tubería de dos pulgadas que se lanzó para socorrerles agua y otras bebidas que los mantuvieran hidratados, y un ducto alterno para que les llegara oxígeno.

Las tuberías fueron usadas también para mantener contacto permanente con los mineros atrapados. A través de un improvisado citófono reportaban su estado de salud.

Al paso del jueves, del viernes y del sábado, mineros trabajaron el día entero en turnos de ocho personas que rotaban cada cuatro horas, dando paso a otra cuadrilla.

Al amanecer del domingo estaban a tan solo seis metros de distancia de los atrapados. Sabían que ese sería el día de la esperanza, día en que los mineros salieran de lo profundo.

Y así fue, el rescate se dio. Tres mineros, tres milagros que se presentaron en una mina del municipio de Lenguazaque en Cundinamarca.  

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