Informe especial: Los niños perdidos en Armero

Noticias RCN revela nuevos casos de padres que buscan a sus hijos tras la tragedia del Armero, Tolima. Encontramos testimonios en tres departamentos con elementos en común: los niños salieron vivos del lodo y se perdieron.


Noticias RCN

noviembre 12 de 2019
08:48 a. m.
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La página de periódico, de arriba abajo, está llena de fotos. Más de 12 en cada fila. Más de 50 de arriba abajo. Son de rostros de niños. Como pie de foto, una leyenda breve, de tres o cuatro líneas, que entrega algunos datos para reconocimiento o contacto.

Han pasado apenas un par días de la tragedia de Armero, Tolima, el 13 de noviembre de 1985, y en medio de las urgencias, el doloroso conteo de muertos y los dramas interminables, apenas es visible un hecho dramático: son decenas, quizá cientos, los niños que tras el avance de la avalancha terminaron separados de sus padres.

Y 34 años después algunas de esas heridas siguen abiertas. Porque uno de los principales estragos del lodo en Armero está en los niños de los que se perdió todo rastro. No se sabe con exactitud qué ocurrió con ellos una vez fueron rescatados vivos de entre el lodo. No hay un registro claro que indique cuántos, después de la noche de 13 de noviembre de 1985, lograron el reencuentro; y cuántos más se quedaron para siempre lejos de su hogar, quizá sin conocer su origen o procedencia.  

"Esto es una situación de todos los tiempos, de todos"

Dice doña Hilda Pedroza, mientras busca entre un folder lleno de fotos y avisos de “se busca” que hizo con la foto de su hijo Ricardo Andrés. Juntos sobrevivieron a la avalancha. Aquella noche, en medio de la alerta, salió de su casa con su hijo de la mano y se encontró de frente con un muro negro que avanzaba hacia ellos: era el lodo que bajaba. Entonces corrió en dirección contraria, al lado de un vecino que se encontró, y se refugió en una casa. 

“Yo me subí encima de un lavadero”, recuerda hoy doña Hilda, sentada frente a su casa en Pereira, Risaralda. “El muchacho que nos encontramos, se subió y empezó a golpear las tejas para tratar de salir por el techo. El único niño que había era mi hijo. Le tenía su mano agarrada con la mía”. 

Y así estaban, madre e hijo, cuando la bocanada de lodo los expulsó por el techo. Hilda recuerda que flotó varios metros, quizá kilómetros, en el río gris y caliente hasta que fue a dar a la copa de un árbol, de donde fue rescatada dos días después. En medio de la oscuridad y la corriente perdió el rastro de Ricardo Andrés y nunca más lo ha vuelto a ver. 

Pero está segura que su hijo salió vivo del lodo. Y no solo es una intuición de madre. Ha visto imágenes en videos que así se lo indican y recuerda los reportes de los socorristas y testigos en esa época. Una mañana, y en medio de la convalecencia pues salió con quemaduras y con una pierna rota del lodo, oyó un reporte esperanzador en RCN Radio. “Un señor Policarpo que dijo: don Jaime Cárdenas, yo tengo a su hijo Ricardo Andrés. Él está bien. Fue todo lo que dijo”. 

Ricardo Morad es un hombre de voz profunda y recuerdos diáfanos. Interrumpió una jornada de trabajo en su oficina de Ibagué para hablar de su hija, Layla Faride. Es mediodía en la capital del Tolima. Ricardo recuerda que cerca de allí, de la Plaza de Bolívar, estuvo hace 34 años buscándola en albergues y hospitales.  

El hombre sobrevivió a la avalancha porque estaba radicado en Bogotá. Regresaba a Armero con mucha frecuencia para ver a su hija y a su novia, Ercilia Ayala, y aquella noche del 13 de noviembre no estaba. Y cuando vio los reportes de los noticieros sobre la erupción en el Ruiz, supo que algo grave pasaría en su pueblo. Esa noche no durmió. Al día siguiente, la voz del socorrista Leopoldo Guevara que contaba en la radio que Armero había desaparecido y en ese momento inició su largo drama. 

Foto: Layla Faride

La niña estaba con su Ercilia en un hotel de la familia. “Era en la carrera 11, entre 15 y 16, casi al frente del banco de Bogotá”, recuerda Ricardo. A las 7:30 de la noche, en medio de la incertidumbre por toda la ceniza que caía en el pueblo, la mamá de Ricardo fue hasta el hotel a recoger a la niña. Pero la novia de Ricardo no quiso. “Ella no accede porque dice que no puede dejar sola a su mamá a sus hermanos y que la niña estaba dormida”. 

El lodo bajó. Borró el hotel. La casa de los padres de Ricardo se salvó: estaba en una de las pocas zonas no alcanzadas por el lodo. Ercilia y varios integrantes de su familia murieron esa noche. A Ricardo le tomó varios días ingresar a la zona de la tragedia, a donde regresó porque una certeza lo impulsaba sin duda.

"Yo siempre pensé que la niña estaba viva... Intuición de padre" 

Fue en ese momento cuando inició la búsqueda. Y no solo en Ibagué. Visitó hospitales y salas de urgencias en Bogotá. Recuerda las filas de camas y el dolor de los heridos. Por entre esos rostros y dramas buscó a su hija. Nunca la encontró.  

Claudia Arteaga cuenta una historia similar. No murió e Armero aquella noche terrible porque había viajado a Bogotá a estudiar en la universidad. Desde la distancia, y en medio de una pesadilla que hoy revive como en fragmentos, enfrentó el dolor inmenso de perderlos a todos. “La familia estaba compuesta por Eduardo Arteaga, mi padre, médico; Edith Arteaga, mi mamá; mis hermanos Luis Enrique, Marcela, Andreíta y yo” 

Los cuerpos nunca fueron encontrados. Pero cuando Claudia enfrentó la cumbre inmensa del dolor y el duelo, varios rumores y versiones de vecinos y testigos sembraron una esperanza en su corazón. “Siempre se hablaba de que Andreíta había sido rescatada”. 

Andrea, su hermana de 4 años en el momento de la tragedia. Claudia no tuvo mucho más que esas historias no comprobadas para mantener su esperanza, hasta hace 7 años, cuando se encontró a una persona que conocía muy bien a su familia.

"Me dijo: ¿Ya la encontraste? Le dije, no: ¿tú qué sabes? Me dijo ella fue rescatada, yo la tuve alzada, estuvo dos días en la finca de ‘El Mudo’" 

Foto: Andrea Arteaga días antes de la tragedia. Su hermana Claudia está segura que fue rescatada y ahora la busca.

Historias con elementos comunes, quizá como las que anunciaba la página de periódico apenas días después de la tragedia. Los casos han sido escuchados y recopilados por la Fundación Armando Armero. El periodista Francisco González, armerita y quien perdió a su padre en la tragedia, lleva varias décadas con el propósito de mantener la memoria del pueblo arrasado.  

Y fue él el primero en notar que eran decenas, cientos, con la misma historia: estoy seguro de que mi hijo salió vivo del lodo y ahora no he podido encontrarlo. Las distintas investigaciones culturales que hacía sobre Armero tuvieron que esperar para atender aquello que se hacía urgente: los padres que buscaban a sus hijos. 

En nuestra base de datos tenemos 478 menores registrados, que están siendo buscados por más de 300 familias –explica Francisco González –. Tenemos más de 65 adoptados, de diferentes países: España, Italia, Inglaterra, Ecuador y por supuesto Colombia”.  

La Fundación ha consultado periódicos, videos y registros de todo tipo. Uno de los documentos que mejor ha estudiado es el llamado “libro rojo de Armero”, como se conoce a los folios de la sede de Bienestar Familiar de Ibagué, en noviembre de 1985, en los que se llevó el registro de los ingresos en los días de la tragedia. 

“Es un libro que tiene aciertos y muchos errores también: desbarataron muchas fotos de estos menores”, explica González, quien en la sede de su Fundación conserva copias del “libro rojo”. La principal conclusión, quizá, es que el libro entrega más preguntas que respuestas. “Percibe uno que a los niños los entregaban muy rápidamente a personas sin la cédula”. 

Además de confrontar cada dato del libro, lo que se hace necesario, según Francisco González, son los otros libros que existan con registros de niños que pudieron ser de Armero. “Debe haber libro rojo en Bogotá, Villeta, Zipaquirá, etcétera. Los niños llegaron a muchas sedes. Hay que mirar: es una investigación muy especializada”, agrega González.  

Blanca Lucero Ramírez Tinoco salió viva de Armero, aunque perdió una pierna producto de las heridas que le dejó el río de barro. Hoy vive en Lérida, Tolima, y desde allí, de tarde en tarde, mientras recibe los pacientes del consultorio odontológico donde es instrumentadora, alimenta una esperanza.  

Hace 4 años veía el especial de Noticias RCN sobre la tragedia de Armero y una imagen le llegó al corazón. “Estaba la presentadora Yalena Jácome en Armero y al fondo se veía la imagen de un niño”. Blanca Lucero está segura de que el niño es su hermano José Darwin, quien tenía 8 años cuando ocurrió la tragedia. 

Los videos del momento de la tragedia están entre las pistas de búsqueda más sólidas que tienen estas familias.

Ricardo Morad necesitó 30 años para lograr ver las imágenes que muestran los momentos posteriores a la tragedia. Lo hizo durante una semana santa cuando, en medio de la nostalgia, decidió revisar los registros que hay en la página de videos YouTube.  

Las imágenes, publicadas por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) muestra el triste valle gris, en donde horas antes había casas y calles, y dedica varios minutos a explicar cómo fue la atención de los heridos. En una de esas secuencias, aparece un hombre cargando una niña de poncho rojo. Ricardo está seguro de que es su hija Layla Faride. En plena Plaza de Bolívar de Ibagué, vuelve a ver las imágenes. 

¿Por qué está seguro de que es su hija? 

Por la mirada. Una niña muy seria, una mirada fuerte. Las cejas, el color del cabello, La tez. Era blanca, como castaño claro. Y por el pie. El empeine es la marca de mi familia. 

Doña Hilda Pedroza guarda entre sus archivos un viejo casete de VHS. Hace 14 años vio la imagen de un niño en Noticias RCN. Está segura que es Ricardo Andrés. Viajó a Bogotá, fue a la sede del canal y pidió una copia. Hoy la imagen también rota en redes sociales.  

Parada en el umbral de la puerta de su casa en Pereira, con los ojos brillantes por las lágrimas, doña Hilda ve de nuevo las imágenes. “Para mí es él. Hasta las manitos y su forma. Yo lo veo y digo: uy, Dios mío, es impresionante”. 

La Fundación Armando Armero ha recopilado de estas y de todas las familias que han acudido una prueba de ADN. La idea es que alguien, si fue niño sobreviviente de Armero y quiere confirmar algún dato, pueda hacer una contra muestra.  

Y mientras hay más pistas. Mientras alguien que pueda ser su hijo o hermano aparece, Doña Hilda, Ricardo Morad, Claudia Arteaga y Blanca Lucero Ramírez esperan. Ya son 34 años y para ellos esta otra tragedia no es un recuerdo sino un hecho cierto que se escribe cada día. 

Jairo Patiño / NoticiasRCN.com

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