Tu segunda soledad íntima: ¡Nadie te quiere!

Poseo muchas más cualidades íntimas que tú. ¿Cómo lo sé? Porque hasta mis veinte y un años viví en un hogar con diez hermanos, día y noche  durante todas las vacaciones. Ellos me enseñaron a convivir: a negociar, compartir, escuchar, resolver conflictos,… a preocuparme por cada uno de ellos. Mi entrenamiento en cualidades íntimas, para relacionarnos con los más cercanos, equivalió a varios doctorados; no recuerdo ningún momento de soledad, ni siquiera por un instante.

Esta escena de muchos hermanos fue corriente entonces, pero en 1959 la escena cambió drásticamente. Desde entonces las familias se redujeron a su mínima expresión. Demasiadas con una madre cabeza de hogar (47%), con hijos únicos o máximo dos. Es muy posible que carezcas de papa y de hermanos, luego sabes poco de convivir: de negociar, compartir, escuchar, resolver conflictos,… o de preocuparte por otros. Estos conectores básicos comenzaron a fallar en millones de niños y jóvenes, preciso los que permiten crear una pareja de largo aliento.

¡La soledad se agrava en 1960!

En el artículo previo dije que el capitalismo industrial fragmenta las familias campesinas en la Inglaterra de 1770, pues muchos jóvenes abandonan a sus padres para ir a probar suerte en las recientes ciudades. La doble motivación fue poderosa: 1) ganar su primer salario y 2) vivir libres, ¡por primera vez en la historia de la humanidad! En Colombia ocurrió más tarde, en 1930, hace un siglo. Antes nunca hubo soledad, el problema psicológico fue el contrario: la sobre inundación de otros, la falta de intimidad personal.

En las ciudades los jóvenes adultos no querían más hijos, pues representaban una enorme carga para la madre y para el padre, único sustento del hogar. Quienes fueron una bendición para 600 generaciones campesinas se volvieron una carga. Muchas ciudades europeas instalaron inclusas para depositarlos allí los hijos no deseados y ”regalarlos”. La mayoría de ellos moría por depresión infantil.

Los adultos querían amor y sexo ¡pero no hijos! Es cuando se lanza al mercado la píldora anticonceptiva del doctor Pincus, a fines de 1959.  

è  De inmediato decrece la tasa de natalidad

è  Postergado el matrimonio y los hijos las niñas amplían su educación hasta la universidad.

è  Ingresan al trabajo y se independizan económicamente

è  Con pocos hijos o sin ellos las familias se divorcian muy fácil

è  Crecen las familias fragmentadas con millones de mujeres cabeza de hogar como únicas responsables.

è  Triunfa el hijo único, o el no hijos

Las consecuencias no podían ser otras que:

1.     Crece la conciencia de los hijos como costosísimas inversiones de tiempo y económica monumental. ¡Algún día lo estimé en el equivalente a dos ferraris deportivos!

2.     Sin hijos en el horizonte, entonces ¿para qué atarse, mucho menos de por vida a una mujer o a un hombre? Desaparecen las parejas y el amor. ¡Ya nadie te necesita!

3.     Otros placeres intensos, menos problemáticos, como el parapente, motocross, submarinismo y demás actividades relegan a segundo o tercer lugar la sexualidad.  ¡Comienza a desaparecer el sexo!

¡La gran soledad íntima actual!

La segunda soledad íntima de que nadie te quiera ni tengas a quien querer preocupa mucho psicológicamente.  En especial porque los hijos y el amor fueron las dos actividades que aportaron el mayor sentido de vida. ¿Para qué vives? Para mi pareja y mis hijos. Sin estos escenarios para las nuevas generaciones, ¿qué sentido tiene vivir? La respuesta no es sencilla.

Además, el gran estudio de la Universidad de Harvard demostró magníficamente como la fuente primaria de las felicidades humanas son las relaciones y en particular los vínculos de alta calidad. Y siempre la pareja y los hijos, y la sexualidad lo fueron.

El próximo artículo analizará la enorme complejidad del amor, la cual invita a demasiados adultos jóvenes a no apostarle a una pareja, mucho menos de largo aliento ¡y ni pensar de por vida!

*Miguel de Zubiría. Psicólogo. Creador de Pedagogía conceptual y Psicología afectiva. Premio Nacional de Psicología 2021