¿Deporte olímpico o abuso psicológico infantil?

Las implacables rutinas deben iniciar temprano, muchas veces antes de los 7, 5 o aún 3 años; cuando los pequeños balbucean y dan sus pasos torpes sobre tierra.


Miguel de Zubiría
agosto 06 de 2021
06:00 a. m.
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@migueldezubiria de Twitter*

¿Qué pensarían mis queridos colegas psicólogos de una pareja de padres que todos los días obliga a su pequeña hija de solo cinco añitos a golpear cientos de veces pelotas que le lanzan una por segundo, durante horas? Planean realizarlo por diez años continuos.

Casi seguro concordarán conmigo: “constituye una forma extrema de abuso y maltrato psicológico contra cualquier niño”. ¿O no? Agravado porque esta pequeña no es la excepción, sino la regla.

Hoy observé por Youtube el entrenamiento de una niñita china de 5 años. Me impresionó, todavía recuerdo su llanto. En dos minutos había golpeado 120 bolas que su entrenador le enviaba casi como un autómata. Ella respondía igual, una bola cada segundo. En un momento la niña se puso a llorar pronta a derrumbarse, sobre exigida física y mentalmente. No respondía.

A unos metros de distancia, de pie, muy vigilantes, estaban sus padres. Un camarógrafo consternado por el llanto de tan pequeñísima “deportista” indefensa les preguntó; ¿Qué pasa? Su respuesta fue elocuente. “Ya se le pasará, siempre ocurre en los entrenamientos”. Así ocurrió. Llora en sus extenuantes entrenamientos; pensé, cualquier niño en esa situación lloraría igual. El entrenamiento no tenía nada de juego, era una rutina interminable de golpes sin sentido lúdico. Monótonos. Repetidos. Vino a mi mente el mito de Sísifo.

La rutina deportiva mostraba tres elementos característicos de cualquier deporte de alto rendimiento. El primero, una intensa rutina. Calculé que esta pequeñísima niña (todavía sin alcanzar la mesa) daba 3.600 golpes cada hora. La meta era no parar nunca. Cuando el gran balde de bolas blancas comenzaba a vaciarse, un auxiliar del entrenador llegaba con otro lleno hasta el borde; mientras otro afanoso auxiliar recogía las recién golpeadas.

Idéntico ocurre al levantar barras pesadísimas para los músculos en formación de un niño, o al correr 100 metros decenas de veces, ni qué decir al realizar gestos gimnásticos de alto peligro. Tareas muy

cercanas al abuso entendido como forzar a un jovencito a realizar cualquier actividad peligrosa o inadecuada para su edad. ¿Acaso estas no lo son?

El segundo elemento es que las terribles rutinas llenan no un día, ni un mes ¡sino 10.000 horas! Para alcanzar un nivel competitivo ¡nuestra indefensa niña realizará contra su voluntad 36 millones de golpes! Diez años de cuatro horas diarias. Una barbaridad. Siempre bajo la mirada vigilante de sus dos padres y su patético entrenador.

Razón para el tercer elemento de la fórmula deportiva. (¿Esto es deporte?) Las implacables rutinas deben iniciar temprano o mejor tempranísimo. Muchas veces antes de los siete años, o cinco años, o aún tres años; cuando los pequeños escasamente balbucean y dan sus pasos torpes sobre la tierra.

¿Es esto un deporte olímpico o una forma cruel de abuso psicológico infantil? ¿Qué piensas?

*Miguel de Zubiría, psicólogo. Creador de Pedagogía Conceptual.

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