El 1.5 y la empresa privada

Desde el pasado 31 de octubre el mundo entero está pendiente de lo que ocurre en la COP26 de Glasgow. Desde Escocia, hemos recibido algunas noticias positivas, de parte de los gobiernos mundiales y de nuestro propio gobierno, que suponen algunas acciones frente a la devastación climática ocasionada por nuestra especie, y que hoy nos tiene al borde del abismo.

No obstante, son muchos los expertos que aseguran que esta reunión generará demasiadas promesas en papel, pocas gestiones reales y no alcanzará su objetivo de contar con un compromiso sólido de los países, para reducir en 45% las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero en 2030. 

Así las cosas, sería casi imposible cumplir con la meta de 0% de emisiones a 2050 y, por lo tanto, no podríamos mantener el calentamiento climático por debajo de 1.5 grados centígrados para ese año. El reto es inmenso, tengo fe en que los intereses particulares de las naciones finalmente cederán frente a la urgente necesidad de trabajar unidos para detener la hecatombe.

El reciente compromiso asumido durante este encuentro por el primer ministro de India, tercer emisor mundial de gases invernadero, de reducir en mil millones de toneladas las emisiones para 2030; y la firma por parte de 40 naciones, incluidas Reino Unido, EE. UU., India, China y la UE, de una Agenda para hacer que las tecnologías limpias sean asequibles y atractivas para todas las naciones en ese mismo año, son pasos importantes que hay que destacar.

En el mismo sentido, en este encuentro los líderes de más de 100 países, los cuales albergan más del 85% de los bosques a nivel mundial, se han comprometido a poner fin a la deforestación y revertir la degradación de la tierra.

Para ver como realidad las anteriores y otras muchas promesas que se han realizado, y se realizarán, en la CPO26, debemos esperar y no contamos con mucho tiempo. Por esta razón, por los años escasos que nos quedan para revertir todo el mal que hemos hecho, es más que importante hablar de un resultado de estas reuniones al cual, en mi opinión, no se la ha dado la divulgación y trascendencia que merece.

Durante el primer día de actores no estatales en Glasgow, el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD, por sus siglas en inglés), lanzó el Manifiesto empresarial para la recuperación climática.

Alrededor de este Manifiesto, por primera vez en la historia, se articula una voz empresarial colectiva que solicita la implementación de un mecanismo de Contribuciones Determinadas por las Empresas (CDC), para medir el aporte del sector privado a la recuperación climática global. Esto puede sonar complejo y se dificulte entenderlo, pero es bastante simple e importante. 

Hoy, los países presentan las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) que son sus acuerdos en el contexto de sus propias circunstancias, capacidades y prioridades nacionales, con el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a niveles suficientes que permitan evitar un incremento de la temperatura global. 

Lo que pide el WBCSD en la COP 26 es dar un paso desde el empresariado para el desarrollo de un marco global de Contribuciones Determinadas Corporativas (CDC), que permita evaluar el progreso y la entrega de sus negocios frente a los objetivos de acción climática para alinearse con el proceso de establecimiento y ejecución de planes nacionales (NDC). 

En resumen, los empresarios mundiales quieren responder al reto de alcanzar un calentamiento global inferior o igual a 1.5 grados centígrados para el 2050. Lo que se propone en la COP26 es garantizar que la acción empresarial sea reconocida y considerada en la lucha global por la recuperación climática.

Por otra parte, el Manifiesto consta de doce prioridades de acción enmarcadas en torno a los imperativos de reducir, eliminar y notificar las emisiones de GEI. Cada una de estas prioridades tiene requisitos de política asociados que son de naturaleza global y aplicables a los responsables de la formulación de políticas en los sistemas multilaterales y, cuando sea pertinente, a los responsables de la formulación de políticas nacionales. 

Vale la pena conocer este Manifiesto lanzado en Glasgow. Una iniciativa que no ha tenido grandes titulares pero que demuestra que, desde las empresas, motores de la economía y el desarrollo, existe un interés real por actuar y detener el cambio climático, algo de lo que muchos de los llamados líderes mundiales podrían aprender.