La crueldad en su máxima expresión, los escudos humanos

Ya se ha vuelto muy común eso de usar escudos humanos. Lo hemos visto en todas las guerras y en todos los conflictos armados. Desde los miles de civiles que han sido usados en Palestina hasta las mismas disidencias de las Farc, quienes se mezclan en las comunidades e instrumentalizan a hombres, mujeres y hasta niños.

Según la Cruz Roja, un escudo humano es aquel que se utiliza como “técnica de contraataque”. ¿Pero qué implica esto a la dignidad humana?

Con el conflicto entre Israel y Hamás hemos visto estas prácticas casi que a diario. Tan solo pensar que bajo hospitales y escuelas operan los terroristas, parece algo sacado de una película de terror. Pero no hay que ir muy lejos para verlo con los propios ojos. En las calles del país vimos esto durante los paros nacionales, infiltrados armados entre las multitudes de manifestantes pacíficos.

En el derecho internacional humanitario es claro: “queda absolutamente prohibido el uso de escudos humanos. La ley también impone a la parte atacada la obligación de tomar precauciones contra los efectos de los ataques”, pues, como señala la Cruz Roja, más allá de solo utilizar y victimizar a los civiles, se está afectando directamente a las autoridades que se ven desviadas al tener que distinguir y proteger a los civiles.

Aquellos que utilizan a los escudos humanos desatan una cadena de eventos irreversibles en donde todos salen afectados. Diferenciar a un civil de un combatiente es casi que imposible en la mayoría de casos, especialmente si están conviviendo en los mismos espacios.

Y aunque ya la definición de lo que es un escudo humano está claramente establecida, es difícil determinar qué es realmente lo que se hace en estas prácticas y las maneras en las que los grupos armados ejercen esta instrumentalización.

Creo que todo aquel con la más mínima humanidad se va a escandalizar con las noticias sobre la muerte de civiles en especial si son niños o poblaciones vulnerables sin importar el punto geográfico en el que esto suceda, pero hay que recordar que, si bien se sabe la situación, hace que se desvíe al público y a las autoridades de la raíz del problema, creando una gran cortina de humo.

Y qué decir del reclutamiento de niños por parte de la guerrilla, un delito que ha cometido desde hace décadas para reforzar sus filas y en ocasiones evitar operativos de la fuerza pública.