¡Qué vaina los Consejos de Juventud!
El gran reto de los Consejeros de Juventud no es solo sobrevivir al cargo, sino trascenderlo.
10:11 a. m.
¡Qué vaina los Consejos de Juventud! En Colombia, ser joven y hacer política ya es un reto. Pero ser Consejero de Juventud es, en muchos sentidos, cargar con una ilusión desbordada en medio de un terreno árido. Cuando el país creó esta figura, lo hizo con la intención —quizás ingenua, quizás ambiciosa— de abrir una puerta institucional para el liderazgo político juvenil. Sin embargo, en la práctica, estos jóvenes enfrentan un “subsistema” que no está preparado para escucharlos ni para permitirles incidencia real.
Los Consejeros de Juventud llegan a sus cargos con entusiasmo, compromiso y el deseo genuino de transformar sus territorios. Pero pronto descubren que tienen más títulos que poder, más reuniones que decisiones, más promesas de participación que mecanismos reales de influencia. Se les exige como si fueran concejales, pero se les trata como si fueran asistentes juveniles. A veces ni siquiera se les garantiza transporte para asistir a los eventos.
El riesgo más grande no es que fracasen en sus intentos de transformación — porque la mayoría no se rinde —, sino que el país, al ver que “no pasó nada”, descarte la figura como un error. Y eso sería injusto. Porque el problema no son ellos, sino el contexto: una institucionalidad que aún no cree en la juventud como actor político, una cultura adulta que subestima sus capacidades, y una ciudadanía que muchas veces no los reconoce como interlocutores válidos.
Por eso, el gran reto de los Consejeros de Juventud no es solo sobrevivir al cargo, sino trascenderlo. Usar ese espacio como una escuela política, como un primer peldaño para construir liderazgo sólido, coherente y con vocación de poder. Que su paso por estos Consejos no sea el fin de su historia, sino el comienzo de una carrera de incidencia real.
El país necesita nuevos liderazgos. Pero no basta con crear cargos: hay que crear condiciones. Porque de nada sirve llenar formularios de participación si al final los jóvenes sienten que hablaron mucho, pero no los escucharon. Sí, “¡Qué vaina los Consejos de Juventud!”, pero hoy más que nunca, la juventud no puede conformarse con estar invitada a la política. Debe disputar su lugar en ella. Aunque la silla sea pequeña y la sala esté llena.