¿Qué es el aprendizaje activo y por qué ayuda a mejorar la salud mental de los jóvenes?
Expertos destacan una manera distinta de educar que no solo enseña contenidos, sino que fortalece la salud emocional.
Noticias RCN
12:21 p. m.
El próximo12 de agosto es el Día Internacional de la Juventud, una fecha que pone en el centro a quienes tienen hoy la difícil tarea de crecer en medio de un mundo con múltiples desafíos: desempleo, crisis ambiental, desigualdad y cambios acelerados por la tecnología.
Según la Organización Internacional del Trabajo, los jóvenes en América Latina tienen tres veces más posibilidades de estar sin trabajo que los adultos, y gran parte de los que lo consiguen terminan en la informalidad.
Frente a este panorama, la educación juega un papel clave. No solo se trata de aprender matemáticas o historia, sino de preparar a los jóvenes para tomar decisiones, cuidarse, convivir y construir un proyecto de vida sano y con propósito.
¿Qué es el aprendizaje activo?
El aprendizaje activo no se parece al salón de clases tradicional. Aquí no se trata de repetir lo que dice el profesor, sino de participar: hacer preguntas, trabajar en grupo, equivocarse, analizar, proponer ideas y aprender desde la experiencia.
Según Rosita Caro, directora del Colegio Hacienda Los Alcaparros, esta metodología no solo mejora el aprendizaje, sino que fortalece la autoestima, la empatía y la salud emocional de los estudiantes.
Cuando los jóvenes se sienten escuchados, cuando pueden expresar lo que piensan y hacer parte de las decisiones sobre su propio proceso, eso les da seguridad, los motiva y los prepara para los desafíos de la vida.
¿Por qué puede ayudar a mejorar la salud mental de los jóvenes?
- Aprenden haciendo, no memorizando: resolver problemas reales y hacer proyectos que les interesan fortalece la conexión con el entorno y les da herramientas útiles para la vida diaria.
- Son protagonistas de su aprendizaje: esto les permite desarrollar autonomía, aprender a decidir y entender que pueden construir su propio camino.
- Se equivocan sin miedo: el error no es un castigo, sino una oportunidad para aprender.
- Aprenden a convivir y trabajar en equipo: escuchar al otro, negociar, colaborar... todo eso se convierte en parte del proceso.
- Desarrollan pensamiento crítico y creatividad: en vez de repetir, analizan, preguntan, cuestionan y proponen.
- Se forma una relación cercana con los docentes: no hay miedo al profesor. Hay diálogo, confianza y respeto mutuo.
Finalmente, más allá de los resultados académicos, el aprendizaje activo demuestra que también es una forma de cuidar la salud mental de los jóvenes haciéndolos sentir capaces, escuchados y parte de algo importante.

