Quebrada 'La vieja', el secreto de los cerros bogotanos

Para ejercitar el cuerpo, respirar aire puro y recargar las energías con el sonido del agua o el verde del bosque de subpáramo no hay que ir tan lejos de Bogotá. La quebrada ‘La vieja’ en los cerros orientales es otro de los paraísos vecinos de la capital.

En la Circunvalar con Calle 70, decenas de caminantes desaparecen de los andenes para tomar un atajo subterráneo que los aleja del ruido y de los peligros de cruzar una avenida transitada.

El murmullo de una corriente de agua debajo del puente  hace pensar en una alcantarilla, pero la intuición y una gran afluencia de paseantes indican que es grato lo se avecina.

Varios policías a la entrada de un edificio residencial, son la antesala de  un sendero que ha tomado el nombre de la quebrada que lo acompaña.

Un corroído aviso que prohíbe el paso pasa desapercibido por quienes se internan en la entrañas del paraíso vecino a la capital.

Son predios del Acueducto de Bogotá pero de uso público para las 250 personas en promedio que lo recorren a diario.  

Eucaliptos, helechos, pinos, huidizas aves y un camino ascendente de piedra indican que ya no marcha atrás. Penetrar esta montaña es impostergable si se quiere experimentar lo más parecido a un edén, paradójicamente ubicado al lado de una urbe.

La quebrada ‘La vieja’ se oye cada metro arriba más abundante como impulsando a los caminantes y sus acompañantes en su aventura.

Puentes de árboles caídos, más cascadas y más bosques de especies nativas y foráneas dibujan el trayecto de entre 30 y 45 minutos que le ha cambiado la vida, la salud  y la perspectiva a quienes defienden este pulmón contra cualquier amenaza.

Una imagen de la Virgen de Guadalupe incrustada en una gigantesca piedra es señal de que una de las metas está cerca. La recompensa es la llegada a la cima, un lugar que muchos en el sector se han propuesto defender y conservar.

Mónica Vengoechea / NoticiasRCN.com