Relación tóxica: señales, impacto emocional y cómo salir del ciclo, según Naty Romero
La coach espiritual y creadora de Un Ángel para Mí, Naty Romero, explica que muchas personas viven relaciones tóxicas sin darse cuenta, normalizando comportamientos que desgastan la autoestima y apagan la esencia.
Noticias RCN
04:27 p. m.
Desde señales sutiles como la invalidación emocional hasta dinámicas repetitivas de culpa y silencio, estas relaciones afectan la salud mental, la productividad y la energía diaria. En diálogo con Noticias RCN, Romero detalla cómo identificar patrones dañinos, por qué cuesta tanto romperlos y qué pasos prácticos pueden ayudar a recuperar la paz interior. Su mensaje es claro: reconocer el daño es el primer paso para sanar.
¿Quién es Naty Romero y por qué habla de relaciones tóxicas?
Naty Romero se define como una mujer en constante transformación: mamá, abogada, coach, estudiante de psicología y creadora del espacio espiritual Un Ángel para Mí. Desde su experiencia acompañando procesos de sanación, afirma que muchas personas permanecen en relaciones que les roban paz debido al miedo, el apego o la costumbre. Para ella, hablar de relaciones tóxicas no es un juicio, sino una invitación a mirar hacia adentro y reconocer patrones que afectan la salud emocional.
Principales señales de que una relación se volvió tóxica
De acuerdo con Romero, una relación comienza a ser tóxica cuando, en vez de calma, genera ansiedad constante. El control, la manipulación emocional, la falta de respeto y el aislamiento son señales claras. Pero la más determinante es la pérdida de la esencia personal: cuando para estar con alguien debes dejar de ser tú. Estas señales suelen evolucionar de forma lenta, hasta normalizar dinámicas que desgastan la autoestima y el bienestar.
¿Mala racha o relación dañina? Así puedes diferenciarlas
Romero explica que una “mala racha” puede superarse con comunicación, empatía y voluntad. Sin embargo, una relación dañina repite ciclos de discusión, promesas, culpa y silencio. Cuando la energía se drena constantemente y el patrón se convierte en rutina, ya no es una fase pasajera. Este desgaste afecta el sueño, la concentración, el apetito y la forma en que la persona se habla a sí misma, activando un estado de alerta que bloquea la creatividad y las decisiones.
Impacto emocional y por qué cuesta tanto salir del ciclo tóxico
Una relación tóxica tiene efectos profundos: limita la productividad, altera la estabilidad emocional y apaga la versión más luminosa de cada individuo. Romero asegura que a veces cuesta salir porque el apego es más fuerte que el amor, especialmente cuando existen heridas no sanadas. Muchas personas confunden costumbre con amor y miedo con conexión. Para romper el ciclo es necesario comprender por qué se aceptó ese tipo de vínculo y qué parte interna necesita sanación.
Primeros pasos para poner límites y empezar a sanar
El proceso inicia reconociendo que se merece algo diferente. Romero recomienda escribir lo que duele, hablar con alguien que escuche sin juzgar y comenzar por límites pequeños, como decir “no” a lo que incomoda. Cada decisión que prioriza la propia paz es un avance. También recuerda que todos podemos tener actitudes tóxicas sin querer, porque actuamos desde heridas o carencias. Lo importante es hacer conciencia y pedir perdón.
Señales sutiles que suelen pasar desapercibidas
Según Romero, hay comportamientos dañinos que se disfrazan de normalidad: sarcasmo constante, comparaciones, invalidación emocional o esa sensación de “caminar en puntillas” para evitar conflictos. Estos patrones van minando la identidad hasta desconectar a la persona de su propia luz. Y no solo aparecen en parejas: amistades y entornos laborales también pueden generar toxicidad si desvalorizan o anulan la voz del otro.
Un cambio social: por qué hoy terminan más relaciones
Más del 60 % de las relaciones se rompen antes de los cinco años, y para Romero esto no significa fracaso, sino evolución. Cada vez más personas priorizan la salud emocional sobre la apariencia de estabilidad. La sociedad está aprendiendo a poner límites y a elegir relaciones que sumen en lugar de drenar. “El amor evoluciona cuando nosotros también lo hacemos”, afirma la coach.