“Pensaron que yo era un guerrillero”: la historia de Orlando Arrechea, sobreviviente del Palacio de Justicia
Su historia refleja el drama de los sobrevivientes de la toma del Palacio de Justicia y la condena que la Corte Interamericana impuso a Colombia hace 11 años.
Noticias RCN
09:06 a. m.
Hace 11 años, la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado colombiano por la detención arbitraria y las torturas cometidas por la fuerza pública tras la toma del Palacio de Justicia.
Una de las víctimas de esos abusos fue Orlando Arrechea, un caucano que dedicó más de 20 años de su vida al servicio de la justicia y que sobrevivió a uno de los capítulos más oscuros de la historia reciente del país.
Orlando ingresó a la Corte Suprema en 1974 y trabajó en la Sala Penal. El 6 de noviembre de 1985, cuando el M-19 irrumpió armado en el Palacio de Justicia, él se encontraba en la cafetería junto a sus compañeros.
Eso fue la crónica de una muerte anunciada”, recuerda. “Sabíamos que algo podía pasar, pero no que fuera de esa magnitud
“Pensaron que yo era un guerrillero”
Entre explosiones, humo y disparos, permaneció más de seis horas atrapado en el edificio. “Cuando explotaban las bombas uno se levantaba un poco y volvía a caer al piso”, cuenta. Milagrosamente logró salir con vida del Palacio, pero su pesadilla apenas comenzaba.
Al ser evacuado, fue trasladado junto con otros sobrevivientes a la Casa del Florero, donde fue sometido a interrogatorios y torturas. “Decían que yo era guerrillero. Estuve toda la noche hasta el día siguiente con las manos contra la pared. Me maltrataron porque no quise discutir con ellos. Imagínese usted, eso fue horrible”, relata con voz pausada.
Pasó horas de angustia sin saber si saldría con vida. Al día siguiente, fue liberado. Sin embargo, lo que vino después tampoco fue fácil: “Nadie se preocupó por nosotros. Ni una charla psicológica, ni una palabra de apoyo. Solo a los cuatro meses me dio un preinfarto”.
A pesar del trauma, regresó a trabajar y permaneció en la Corte hasta 1996, cuando decidió retirarse. “Trabajar con la justicia es muy ingrato —dice—. Uno se da cuenta de que llega un momento en que nadie lo respalda”.
Su caso, como el de muchos otros, fue rechazado por caducidad en el Consejo de Estado. Pero la Corte Interamericana determinó años después que el Estado colombiano fue responsable de detenciones arbitrarias, torturas y desapariciones forzadas cometidas durante y después del operativo militar en el Palacio.
“Han pasado 40 años y nunca nos han preguntado cómo estamos, qué sentimos. A nosotros solo nos dieron garrote”, lamenta Orlando.
Hoy, su historia sigue siendo un testimonio vivo de lo que ocurrió tras aquella jornada de horror en noviembre de 1985. “Estoy agradecido con Dios porque salí con vida. Pero no con el país, porque nos dejaron solos”.
Una toma armada que hizo arder a Colombia. Una reacción desmedida. Y una verdad que, cuatro décadas después, sigue buscando justicia.

