La invisible mano de obra que entrena a la IA en Colombia: duro testimonio
Desde Medellín, una trabajadora venezolana revela las duras condiciones detrás del avance de la inteligencia artificial generativa.
AFP
06:27 p. m.
Mientras los sistemas de inteligencia artificial generativa producen textos, imágenes o informes con precisión casi humana, una red de trabajadores invisibles sostiene ese progreso. Entre ellos está Oskarina Fuentes, una venezolana de 35 años radicada en Medellín, que dedica sus días a clasificar, etiquetar y corregir datos para entrenar algoritmos de IA.
Fuentes trabaja para cinco plataformas de anotación de datos, cobrando entre 5 y 25 centavos de dólar por tarea, sin estabilidad ni protección social. Su labor consiste en revisar grandes volúmenes de información —a menudo sensible— que permiten a modelos como ChatGPT o sistemas de moderación distinguir entre contenido apto y violento.
“Somos como fantasmas”: el trabajo invisible en Medellín
Oskarina resume su experiencia con una frase contundente: “Somos como fantasmas, las personas no saben que existimos”. Su testimonio refleja una realidad que comparten miles de anotadores de datos en Colombia y el mundo, empleados por empresas subcontratadas de grandes tecnológicas como Meta, Microsoft o OpenAI.
A pesar de su papel esencial, estas personas no figuran en nóminas formales y suelen trabajar bajo acuerdos de confidencialidad que les impiden denunciar abusos o reclamar pagos. En su caso, una plataforma le adeuda cerca de 900 dólares, equivalentes a tres meses de trabajo, tras una actualización del sistema de pago.
Condiciones precarias y riesgos psicológicos
El llamado “trabajo del clic” implica revisar contenidos que pueden resultar perturbadores. Desde imágenes de crímenes hasta textos sobre suicidios o violencia, las tareas se realizan sin acompañamiento psicológico y en jornadas que superan las 12 horas diarias.
Organizaciones como la Data Labelers Association, con sede en Kenia, denuncian que muchos anotadores desarrollan ansiedad, fatiga visual y depresión. En Colombia, aunque el número de trabajadores crece, no existe un marco legal que regule su actividad o garantice un salario digno.
Un mercado multimillonario, una fuerza laboral invisible
El mercado de anotación de datos alcanzó en 2024 los 3.770 millones de dólares, y se espera que llegue a 17.100 millones para 2030, según Grand View Research. Sin embargo, esa expansión no se traduce en mejores condiciones para quienes hacen posible el avance tecnológico.
Fuentes y otros trabajadores reclaman contratos estables, remuneración justa y acceso a salud mental, especialmente en un contexto donde la subcontratación tecnológica fragmenta las responsabilidades y oculta la precariedad bajo capas de intermediarios.
Colombia y el reto ético de la IA
El caso de Oskarina Fuentes pone sobre la mesa un debate urgente: ¿puede el progreso de la inteligencia artificial sostenerse sobre trabajo precario?. En Colombia, donde crece la oferta de tareas digitales subcontratadas, el reconocimiento legal y ético de los trabajadores de la IA será clave para equilibrar la innovación con la justicia laboral.
La IA generativa seguirá necesitando intervención humana. Pero mientras su desarrollo dependa de miles de personas invisibles, el verdadero desafío será construir tecnología con dignidad.

