Ministros en escena y el país en espera
Un ejercicio retórico, una exhibición de discurso sin gestión que lo respalde
12:11 p. m.
El segundo Consejo de Ministros de Gustavo Petro fue una puesta en escena que dejó más preguntas que respuestas. Lo primero que quedó en evidencia es que Francia Márquez sigue perdiendo relevancia dentro del Gobierno, mientras que Armando Benedetti se mantiene como un inamovible dentro del círculo de confianza del presidente. Más allá de los simbolismos de esta reunión, el verdadero mensaje que se desprende de este Consejo es que la izquierda sigue afianzando su estructura, entendiendo que la unidad es la única forma de garantizar su continuidad en el poder.
En cuanto al contenido del Consejo, Petro dejó varias declaraciones que evidencian la desconexión entre su narrativa y la realidad del país. En un pronunciamiento preocupante, afirmó que la economía ilícita ha sido la única alternativa para muchas personas en Colombia, al punto de sugerir que es "una ilicitud que ya no debería ser en la legislación colombiana". Como si un simple ajuste normativo bastara para transformar una estructura criminal profundamente arraigada en el tejido social y económico. Las economías ilícitas no existen por capricho legal, sino por la falta de oportunidades, la debilidad del Estado y la capacidad de los grupos criminales para imponer su dominio en territorios abandonados por el Gobierno.
Luego, en un acto de obviedad, Petro le recordó al Ministro de Defensa que “la misión de este Gobierno es recuperar la frontera y las fronteras”. Sin embargo, la retórica no oculta la falta de resultados. Con una estrategia de seguridad basada en el fallido modelo de la “Paz Total”, recuperar el control territorial no es más que una quimera.
Sobre el Catatumbo, el presidente se limitó a ofrecer promesas vacías, sin soluciones concretas para una región devastada por la violencia y el desplazamiento forzado. Hablar de un proceso de paz en esta zona sin un enfoque realista y estructural solo refuerza la sensación de que la impunidad será el eje central de cualquier negociación, con el populismo como telón de fondo.
El Ministro de Educación también tuvo su momento en el Consejo, al destacar la falta de oferta educativa en el Catatumbo. Su solución: construir más escuelas, como si el problema fuera solo de infraestructura. ¿Cómo pretenden garantizar el acceso a la educación si no pueden siquiera garantizar la seguridad de los estudiantes y profesores? Además, su afirmación de que “un estudiante más es un joven menos para la guerra” refleja una visión reduccionista y preocupante, que asume que la educación, por sí sola, alejará a los jóvenes del conflicto. La realidad es que, sin seguridad y sin oportunidades reales de empleo, la vulnerabilidad de la juventud en estas zonas seguirá siendo la misma.
En conclusión, el Consejo de Ministros no fue más que un ejercicio retórico, una exhibición de discurso sin gestión que lo respalde. La violencia en el Catatumbo y la crisis de seguridad en las fronteras fueron instrumentalizadas políticamente, mientras que las soluciones siguen brillando por su ausencia. La izquierda entiende que necesita mantener su cohesión para perpetuarse en el poder, mientras que la derecha continúa perdiendo relevancia en el panorama político. En medio de este panorama, el país sigue esperando respuestas reales, no más discursos vacíos.