“A mí no me odien, yo solo rescaté gente”: Plazas Vega, 40 años después del Holocausto del Palacio de Justicia
El testimonio del entonces coronel Luis Alfonso Plazas Vega revive un capítulo aún abierto en la memoria colectiva.
Noticias RCN
01:37 p. m.
El 6 y 7 de noviembre de 1985, el entonces coronel Luis Alfonso Plazas Vega, comandante de la Escuela de Caballería del Ejército, lideró parte de la operación militar para retomar el Palacio de Justicia, asaltado por el M-19.
Durante 28 horas, estuvo al mando de 30 tanques que rodearon el centro de Bogotá y fue la primera unidad en ingresar al edificio, según relata. “Fue la orden que me dieron”, afirma.
Plazas Vega recuerda que se encontraba en el Ministerio de Defensa cuando recibió la noticia: “La secretaria me dijo: ‘Coronel, que la guerrilla se tomó el Palacio de Justicia’”.
Desde entonces, su nombre quedó ligado a uno de los episodios más trágicos de la historia reciente de Colombia. El operativo dejó más de un centenar de muertos y decenas de desaparecidos, entre ellos 11 personas por cuya desaparición fue procesado judicialmente.
De la guerra armada a la guerra legal: ocho años en prisión
En 2006, la Fiscalía abrió una investigación contra Plazas Vega por desaparición forzada. Fue condenado a 30 años de prisión, de los cuales cumplió ocho antes de ser absuelto por la Corte Suprema de Justicia. “Los peores días de mi vida, algo que yo no me merecía”, dice. “Me llevaron violando todas las leyes internacionales a la cárcel de La Picota”.
Durante su reclusión, enfrentó momentos personales dolorosos: su padre falleció sin que pudiera despedirse de él. “Mi papá murió preguntando por mí, porque la señora juez no me dio permiso de ir a acompañarlo en su lecho de muerte”, recuerda con pesar.
Hoy, a sus 81 años, vive en el extranjero y asegura mantener la conciencia tranquila. “A mí no me odien, que yo lo único que hice fue rescatar gente. Esa era mi tarea”, insiste.
Aunque lamenta no haber podido salvar a todos los rehenes con vida, defiende su actuación como parte de una misión para “mantener la democracia”. Su testimonio revive un capítulo aún abierto en la memoria colectiva del país.


