Galeón San José: cómo la profundidad afecta la transmisión de video de los ROV
En algún punto del Caribe, a unos 600 metros de profundidad, yace el legendario Galeón San José: un tesoro histórico y tecnológico que Colombia explora con vehículos operados a distancia (ROV).
Noticias RCN
03:42 p. m.
Llegar allí no es tan complicado como contar lo que ocurre: cuanto más lejos de la superficie, mayor es el reto para enviar video en alta definición y audio nítido que permitan a los arqueólogos trabajar en tiempo real. ¿Cómo logra la Marina colombiana vencer la oscuridad, la presión y la pérdida de señal? Aquí le contamos las claves de una transmisión submarina sin precedentes.
¿A cuántos metros reposa el Galeón San José?
Las estimaciones más recientes sitúan el pecio a unos 600 m bajo la superficie, demasiado hondo para el buceo convencional y lo bastante profundo para exigir tecnología de aguas ultra‑profundas.
El reto tecnológico de enviar señal desde 600 m bajo el mar
A esa profundidad, la presión supera las 60 atmósferas y la señal de radiofrecuencia se vuelve inútil. La única salida segura son los tethers (umbilicales) de fibra óptica y cobre que combinan alimentación eléctrica y datos. Cada metro añadido introduce atenuación: la luz que viaja por la fibra pierde intensidad y el cobre acumula resistencia, poniendo en riesgo la calidad del video 4K que exigen los arqueólogos.
ROV: los robots que llevan la cámara al fondo
Los ROV de clase media y working class operan sin tripulación y pueden descender hasta 1.000 m o más, gracias a motores eléctricos sellados y sensores de navegación inercial. Modelos como el Falcon‑DR o el Deep Discoverer integran cámaras HD, luces LED de alta potencia y manipuladores capaces de recuperar muestras sin remover el sedimento histórico.
¿Por qué la señal puede fallar?
- Distancia y curvatura del cable: cualquier doblez reduce el ancho de banda útil.
- Temperatura y presión externas: las carcasas de los conectores deben soportar gradientes térmicos bruscos; una filtración de agua puede anular la fibra.
- Ruido electromagnético: los motores del propio ROV generan interferencia que se cuela en el hilo de cobre si el blindaje no es perfecto.
- Latencia operativa: aunque la luz recorre la fibra casi a 200.000 km/s, el codec de compresión añade milisegundos que complican maniobras delicadas.
La fibra óptica: columna vertebral de la misión colombiana
Cada inmersión del ROV se apoya en un carrete de hasta 3 km de fibra óptica multicore. Esta tecnología aporta dos ventajas críticas:
- Capacidad: permite enviar múltiples flujos de video 4K simultáneos y telemetría en tiempo real.
- Integridad: la atenuación típica es de 0,2 dB/km, lo que mantiene la señal por encima del umbral de error incluso después de horas de operación continuada. Además, los ingenieros instalan repeaters ópticos en la superficie para reacondicionar la luz y evitar pérdidas catastróficas.
Lo que sigue: hacia un museo digital bajo el mar
Las transmisiones limpias no solo benefician a los científicos; también abren la puerta a experiencias inmersivas para el público. El Ministerio de Cultura planea convertir las mejores tomas en un recorrido virtual que, sin mover una pieza del lecho marino, mostrará monedas macuquinas, cañones de bronce y cerámicas intactas. De esta manera, el Galeón San José deja de ser un mito para convertirse en una ventana educativa sobre el siglo XVIII y la arqueología de precisión.