Mujeres que inspiran: tres décadas labrando la tierra por su familia

Labrar la tierra es una de las labores más difíciles, sin embargo, la protagonista de esta historia superó todas las adversidades luego del fallecimiento de su esposo. Con machete y azadón en mano trabajó la tierra y sembró cultivos de pancoger en su pequeña parcela, trabajo con el que logró criar a sus hijos.

Esta mujer de estirpe campesina está dedicada a las labores del campo desde hace tres décadas. Con la labranza de la tierra que produce todo lo que siembra, sacó adelante a sus tres hijos y hoy sigue siendo el sostén de la familia.

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“Llevo 30 años en el campo trabajando y siempre me he dedicado a la siembra de papaya, frijol, yuca y maíz, soy cabeza de hogar, con eso he sacado a mis hijos adelante”, contó Janeth Reyes Argota.

Todos los días se levanta antes de que salga la luz del sol, a la madrugada sale a los potreros a cortar la leña para preparar la comida. A las siete de la mañana ya está asistiendo sus lotes de papaya y plátano para evitar que la maleza atrase el crecimiento de sus cultivos.

Con la fuerza que la caracteriza y las herramientas de trabajo propias para ejercer su labor, recorre el terreno. Y para evitar los rayos del sol, gorra, camisa, pantalón y botas, complementan su protección.

Durante más de 30 años esta mujer oriunda de Norte de Santander ha sacado adelante a toda su familia cultivando productos predominantes de esta región del departamento de Cesar. Con toda la labor agrícola que realiza, es un ejemplo en esta zona del país.

“Me levanto a las 4:00 de la mañana, hago mis oficios en la casa, le doy comida a los animales y la niña queda ahí en la casa pendiente, porque como ella ahorita está estudiando virtual por la pandemia, entonces ella en la casa y yo me vengo para los cultivos porque yo soy la que los atiendo, porque mi hijo también está trabajando, entonces a mí me toca asistir las cosas del monte como el hombre cabeza de hogar”, manifestó la emprendedora.

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Aunque el duro trabajo no la desanima, llevar las riendas de su casa campesina le da más fuerza para reponerse del trauma que le ocasionó el desplazamiento forzado hace 21 años cuando los grupos irregulares de la región del Catatumbo le arrebataron su tierra. “Desde que quedé sola he luchado y he salido adelante con mis hijos”, manifiesta.