Elecciones en Chile: el temor de miles de colombianos y venezolanos por posibles deportaciones
Con la ultraderecha en ascenso y propuestas de expulsión masiva, comunidades de migrantes enfrentan un futuro incierto en Chile.
AFP
01:01 p. m.
La historia de Suhey García, una migrante venezolana que vive desde 2020 en el asentamiento Nuevo Amanecer de Santiago, refleja la incertidumbre de miles de extranjeros indocumentados ante las próximas elecciones en Chile.
García, que llegó con su esposo y tres hijos por un paso no autorizado desde Bolivia, asegura que no piensa abandonar el país voluntariamente: “Tengo mi vida hecha acá”, declara, mientras observa cómo la contienda electoral pone en riesgo su estabilidad.
En ese asentamiento, ubicado junto a un antiguo vertedero al oeste de la capital, habitan alrededor de 2.000 familias de distintas nacionalidades, principalmente haitianos, peruanos, venezolanos y colombianos. Aunque carecen de alcantarillado y conexión formal a la electricidad, los residentes han construido un sentido de comunidad y acceden a servicios básicos como agua potable y educación pública.
Contexto electoral y el debate migratorio
Las elecciones generales chilenas, marcadas por un discurso centrado en la seguridad y la migración, han puesto a los indocumentados en el centro del debate político.
Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la población migrante en Chile alcanzó en 2024 el 8,8% del total nacional, duplicándose en apenas siete años. No obstante, de acuerdo con estimaciones oficiales, alrededor de 337.000 extranjeros permanecen sin documentos válidos, en su mayoría venezolanos.
La contienda enfrenta a la izquierdista Jeannette Jara y al ultraderechista José Antonio Kast, quienes encabezan las encuestas y se perfilan para un eventual balotaje el 14 de diciembre.
Kast, junto con otros candidatos de derecha como Johannes Kaiser y Evelyn Matthei, ha centrado su campaña en la expulsión de migrantes irregulares, el endurecimiento fronterizo y la asociación de la inseguridad con la migración.
Aunque la tasa de homicidios en Chile (6,7 por cada 100.000 habitantes) sigue siendo una de las más bajas de América Latina, el miedo a la delincuencia se ha convertido en un eje movilizador del electorado.
Vidas entre la esperanza y la incertidumbre
En Nuevo Amanecer, la incertidumbre se respira en cada esquina. “Imagínate, me mandan para Venezuela y allá no tengo casa. Cuando ya mis hijos tienen una vida estable en Chile”, dice García.
Como muchos migrantes, ha logrado cierta estabilidad pese a su condición irregular, accediendo a servicios de salud, educación pública y empleos informales. Sin embargo, una nueva administración con políticas restrictivas podría poner fin a esos avances.
Otras voces también se suman al reclamo. Nancy Guevara, colombiana que ingresó como turista en 2024 y decidió quedarse en el país, pide que las autoridades den “una oportunidad” a quienes desean regularizar su situación.
“Por lo menos yo no vine a delinquir. ¿Por qué nos meten a todos en un mismo saco?”, cuestiona al referirse a la retórica política que asocia migración con criminalidad.
Incluso migrantes con estatus legal expresan temor. Wilmer Carvajal, peruano residente en Chile desde hace 13 años, teme perder su vivienda si se concretan los planes de desalojo de asentamientos: “Dicen que van a echar a los inmigrantes y desalojar las tomas, pero no tenemos otro lado donde ir”.


