Los carros y su adrenalina: la gran pasión del nuevo presidente de EE.UU., Joe Biden

La adrenalina que produce la velocidad de los carros apasiona al nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Durante su vida, el mandatario ha tenido la fortuna de tener varios vehículos, pero definitivamente uno es el dueño de su corazón: un corvette stingray del 67.

En 78 años ha transitado por los momentos más felices, pero también los más dolorosos de la vida. Vio morir a su primera esposa y a dos de sus hijos, pero también desde muy joven ha disfrutado de los éxitos de una brillante carrera política.

Vivió de cerca los descalabros económicos de su familia, pero también fue un laureado estudiante de derecho.

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Tal vez una de las constantes en la vida de Biden es su pasión por los autos. Su padre, un comerciante de carros usados, sin saberlo, sembró en su hijo el que se convertiría en su gran amor.

Esa intensa relación con las máquinas, su potencia y la milagrosa conjunción de piezas y movimientos que las hace volar a cientos de kilómetros por hora, se ha visto reflejada en modelos invaluables que en algún momento estuvieron parqueados en el garaje de Biden, cuidados como obras de arte.

“El presidente Biden se ha declarado como un ‘Car Guy’, un hombre alrededor de los autos, esto se debe a su padre, quien trabajó 34 años en el tema automotor”, dijo Jorge Cortés, experto en autos.

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Un Plymouth Belvedere convertible del 56 o un jeep wagon 70 acompañaron a Biden en su juventud y, por supuesto, en los momentos clave de su vida.

Pero el que nunca lo ha abandonado y permanece fiel a su dueño, sin importar las tempestades, ha sido un corvette stingray: fuerte, veloz, de líneas definidas, impecable y que hace honor a su origen.

Jamás ha estado más rápido, a pesar del tiempo, se pasea con su poderoso dueño por las calles de Washington con el mismo ímpetu que cuando salió de la fábrica hace 53 años.

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Esta magnífica pieza fue el regalo de matrimonio que le hizo su papá y se convirtió en su mayor tesoro, incluso, cuando jóvenes atrevidos osan en retarlo en las vías, ambos, piloto y máquina, echan mano de su inquebrantable amistad y echa a relucir toda su potencia, dejan en claro que su lugar en la carretera está intacto.

Así que, si escucha el sobrecogedor sonido de un motor ansioso que pide que le aprieten el acelerador, voltee, porque pueden ser Joe y su corvette con rumbo desconocido, donde solo llegan quienes quieren acelerar a fondo por siempre.