Lo que hallaron en el celular de uno de los asesinos de los ochos religiosos en Guaviare
La Fiscalía reveló que el celular de alias ‘Morocho’ contenía registros clave para reconstruir los movimientos, contactos y órdenes detrás de la masacre de ocho líderes religiosos en Calamar.
Noticias RCN
07:10 p. m.
Un celular incautado durante la captura de Excehomo Pabón Amaya, alias Morocho, se convirtió en la pieza central de la investigación que permitió reconstruir uno de los crímenes más graves cometidos por disidencias de las Farc en los últimos años, el asesinato de ocho líderes religiosos en Calamar, Guaviare, entre el 4 y 5 de abril de 2025.
El contenido del dispositivo, según la Fiscalía, fue determinante para establecer rutas, comunicaciones y acciones que comprometen al hombre señalado de haber guiado a las víctimas hacia su muerte.
Alias Morocho, presentado ante un juez de control de garantías, es acusado de participar directamente en la retención, desplazamiento y posterior ejecución de los representantes religiosos.
Celular de uno de los asesinos de Calamar permitió reconstruir la masacre
La reconstrucción de la Fiscalía no se basó únicamente en testimonios o informes de inteligencia, buena parte de la narrativa criminal surgió del análisis forense del teléfono que llevaba consigo al momento de su captura.
El dispositivo contenía mensajes de texto y comunicaciones en aplicaciones encriptadas que permitieron establecer cómo se coordinaron las citas con las primeras víctimas.
En los chats se identificaron intercambios sobre la hora y el punto exacto en el que debían reunirse dos de los líderes, quienes fueron engañados bajo la figura de una reunión comunitaria.
La geolocalización asociada a las fotografías y registros del celular estableció que Morocho estuvo en el punto donde fueron recogidos y luego en el trayecto por el río Itilla, ruta fluvial que llevó a las víctimas hasta la finca La Ojona.
Las fotos que tomaron los asesinos a los religiosos antes de morir
Además de los mensajes, el celular contenía fotos tomadas por los propios captores, que coinciden con las declaraciones de sobrevivientes y con los hallazgos periciales.
En ellas se observan a varios de los líderes atados y custodiados por hombres armados que, según la Fiscalía, pertenecen a la estructura criminal que opera en la zona. Algunas imágenes, con metadata intacta, ubicaron el momento exacto en el que fueron retenidos, reforzando la hipótesis de que Morocho estuvo presente durante la intimidación inicial.
En el análisis también se encontraron archivos de audio en los que se escuchan instrucciones de mando referidas a “trasladar a los sospechosos” y “llevarlos al punto acordado”.
Las órdenes, según los investigadores, fueron emitidas bajo la falsa premisa de que los líderes religiosos pertenecían al ELN, una acusación equivocada que sirvió de argumento para retenerlos, interrogarlos y finalmente asesinarlos. La evidencia digital permitió contrastar esa línea de tiempo con el testimonio de habitantes y familiares que reportaron la desaparición simultánea de las víctimas.
Con el material del celular, los peritos pudieron establecer cómo el grupo armado movió a los retenidos desde La Ojona hasta un sector selvático en el que, posteriormente, serían ejecutados a quemarropa. El dispositivo incluso registró pings de ubicación que se alinean con los puntos donde meses después, en julio, los cuerpos fueron hallados y exhumados por un operativo conjunto entre la Fiscalía, el Ejército, la Policía y Medicina Legal.


