"Orinaron y ensuciaron el agua para que no bebiéramos": militares secuestrados contaron los vejámenes que vivieron
Los 33 uniformados pasaron días enteros bajo disparos, privados de agua potable y de alimentos.
Noticias RCN
10:20 a. m.
En el Guaviare, 33 militares que estuvieron en poder de grupos armados ilegales rompieron el silencio tras su liberación.
Sus testimonios revelan la crudeza del cautiverio que vivieron: desde el hambre y la sed, hasta la intimidación constante con armas y drones.
Militares secuestrados en Guaviare fueron privados de alimentos y agua
Los uniformados coincidieron en que la angustia comenzó desde el primer momento, pues la amenaza era constante: noches enteras escuchando disparos y sobrevuelos de drones equipados con explosivos, lo que les impedía dormir y los mantenía en alerta permanente.
Uno de los militares relató la desesperación de verse privados de algo tan básico como la alimentación:
Nunca obtuvimos una atención referente a alimentos con necesidades básicas. Ellos cocinaban todos los días, tenían sus necesidades cubiertas, y en ningún momento nos brindaron un alimento.
El agua se convirtió en un suplicio aún mayor. Según explicaron, el lugar en el que fueron retenidos no contaba con acceso a fuentes hídricas.
Tuvieron que recolectar agua lluvia para poder beber algo
Solo al tercer día lograron encontrar un alivio con la lluvia, que recogieron en sus cantimploras:
El sitio donde nos encontrábamos no tenía agua. Gracias a Dios, al tercer día llovió, y con esa lluvia pudimos solventarnos esos dos días sin agua, 48 horas.
Pero incluso esa esperanza les fue arrebatada. Los captores, de manera deliberada, ensuciaron el agua recolectada, impidiéndoles consumirla con seguridad:
Muchas personas se acercaron donde esa agua estaba y de manera grosera orinaron encima. Caminaban ensuciando el agua, incluso soltaron ganado para que se revolviera con el barro y no pudiéramos recogerla.
El relato muestra cómo la privación de comida y agua no fue un descuido, sino algo intencional que buscaba quebrar su resistencia física y psicológica.
Paralelamente, los soldados afirmaron que en ningún momento recibieron un trato digno, pues debieron soportar la humillación de ver cómo sus captores cocinaban frente a ellos sin compartir un solo alimento, mientras ellos resistían entre el hambre y la sed.

