¿Por qué la ciudadanía le dio la espalda a las marchas convocadas por el Gobierno?
Las marchas ya no convocan, y el cansancio ciudadano empieza a expresarse de otra manera.
Noticias RCN
10:23 a. m.
Durante las recientes jornadas de movilización, convocadas por sindicatos afines al Gobierno Nacional y respaldadas por algunos sectores políticos, se esperaba una participación multitudinaria como en el año 2021.
Sin embargo, la realidad fue distinta, pues el número de manifestantes disminuyó notablemente, las calles no se llenaron y, por el contrario, aumentaron las expresiones de rechazo por parte de ciudadanos que hoy se oponen tanto al vandalismo como a los bloqueos que interrumpen su vida diaria.
En este sentido, mientras dirigentes de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) aplaudían los bloqueos al sistema Transmilenio como un “logro”, en Bogotá y Popayán, salieron a defender estaciones, puestos de policía y sus propios barrios.
¿Por qué la ciudadanía le dio la espalda a las marchas convocadas por el Gobierno?
Las jornadas de protesta recientes no cumplieron las expectativas del Gobierno ni de los líderes sindicales. Esta vez, las marchas se caracterizaron por la baja asistencia, el desgaste del discurso y la desconexión con las prioridades reales de la mayoría.
Sergio Guzmán, analista invitado a La Mesa Ancha de Noticias RCN, aseguró durante su intervención que el Gobierno parece empeñado en revivir las movilizaciones de 2021 sin entender que el contexto ha cambiado:
Se les acabaron las ideas para hacer cosas nuevas. Están generando un cansancio evidente. En ciudades como Bogotá, Cali o Popayán, la gente dice: ya no más, estoy agotada.
A este sentimiento se suma el de analistas como Julio Iglesias, quien señaló que “la protesta social también se desgastó. Era una herramienta legítima, pero ahora ya no conmueve. Hoy, la izquierda está en el poder y, aún así, pretende marchar como si siguiera en la oposición”.
Ciudadano se enfrentaron a manifestantes en medio del paro
En medio de esta desconexión política, lo que más llamó la atención fueron las acciones de ciudadanos que se enfrentaron con determinación a los encapuchados.
En Bogotá, una mujer identificada como doña Yaneth vendedora informal en la localidad de Usaquén, se puso de pie frente a los encapuchados. Su mensaje fue claro: “Déjenme trabajar, no tengo otra forma de ganarme la vida”.
En Popayán, otra ama de casa salió a defender un CAI de su barrio, evitando que un grupo de encapuchados lo vandalizara. Ninguna de ellas pertenece a un partido político ni a una organización. Ambas actuaron desde el cansancio, desde la necesidad y desde la indignación.
Mientras tanto, desde los micrófonos, el presidente de la CUT, Francisco Maltés, presumía que uno de los “éxitos” de la jornada había sido el colapso del sistema de transporte.
Bloquear Transmilenio puede sonar como una táctica para algunos, pero para millones de trabajadores informales es una catástrofe. Para ellos no trabajar significa no comer. Esa desconexión de las élites sindicales con la realidad del país es brutal.
Para Guzmán, estas expresiones podrían ser el inicio de algo más grande:
No sabemos si esto se convertirá en un movimiento, pero está claro que estas pequeñas acciones muestran un cambio de ánimo en el país. Un país que quiere paz, pero también orden.