¿Mentir es peligroso? Advierten cambios en el cerebro por deshonestidad constante
El cerebro se adapta a la deshonestidad: lo que dice la ciencia sobre el peligro de mentir
Noticias RCN
09:37 a. m.
Mentir puede parecer un recurso cotidiano para evitar conflictos, ganar beneficios momentáneos o proteger la imagen personal. Sin embargo, investigaciones recientes han demostrado que el peligro de mentir va más allá de lo social: también deja huella en el cerebro.
La deshonestidad repetida modifica procesos neurológicos, afecta la regulación emocional y puede incluso alterar la forma en que se toman decisiones.
Un estudio clave publicado en Nature Neuroscience, realizado por científicos de la University College London (UCL), reveló que el cerebro se adapta a la mentira al disminuir la respuesta emocional asociada a la culpa.
Según los investigadores, la amígdala región involucrada en el procesamiento emocional reacciona con fuerza cuando una persona miente por primera vez. Pero a medida que la deshonestidad se repite, la actividad en esta zona disminuye, facilitando que las mentiras se vuelvan más grandes y frecuentes.
¿Qué revela la ciencia sobre el peligro de mentir de manera repetida?
El hallazgo de la UCL demuestra un fenómeno llamado adaptación neural, en el que el cerebro reduce su sensibilidad ante estímulos repetitivos.
Esto significa que la primera mentira genera incomodidad, pero después de varias, el cerebro deja de activar señales de alarma emocionales. Ese mecanismo facilita que la persona continúe mintiendo sin sentir remordimiento.
Además, un estudio de la Universidad de Harvard, publicado en The Journal of Neuroscience, encontró que la deshonestidad activa circuitos relacionados con el estrés y el autocontrol, como la corteza prefrontal.
Mentir obliga al cerebro a trabajar en varios procesos simultáneos: construir la ficción, recordar la versión, inhibir la verdad y anticipar posibles riesgos. Esto genera mayor desgaste cognitivo y emocional.
¿Existe un peligro de mentir para la salud mental?
Expertos afirman que el hábito de mentir está asociado con ansiedad, agotamiento mental y deterioro en la percepción de uno mismo.
Según un estudio de la Universidad de Notre Dame, reducir las mentiras durante diez semanas disminuyó significativamente síntomas de estrés y tensión emocional entre los participantes.
De esta manera, aunque mentir puede parecer inocente, el peligro de mentir tiene consecuencias reales en el cerebro y en la salud mental. La deshonestidad no solo afecta la confianza social, sino que reconfigura circuitos neuronales que influyen en la conducta y el bienestar emocional.


