“El ánimo de búsqueda de la paz tiene que ser más potente que el dolor de nuestra tragedia”: María Carolina Hoyos, hermana de Miguel Uribe
José Manuel Acevedo conversó con María Carolina Hoyos sobre la Caminata por la Solidaridad, y el duelo por su abuela y hermano.
Si Miguel Uribe Turbay era un guerrero y de eso no tenemos duda, María Carolina Hoyos, su hermana, es otra guerrera. José Manuel Acevedo, director de Noticias RCN habló con ella.
Pasaron tres días desde que dijimos adiós a Miguel Uribe: ¿Cómo está?
“Agotada emocionalmente. Fueron dos meses largos muy dolorosos, y con dolor tengo mucho dolor en mi corazón, pero también agradecida con Dios por tener una familia que me da la fuerza para seguir; mi fe hace que quiera estar de pie, aunque tengo muchas preguntas sin contestarme, y también mi trabajo y responsabilidad hace que esté parada”.
Además del dolor del entorno familiar de Miguel Uribe, todos nos impresionamos con Alejandro, ¿cómo está él?
“Alejandro tiene una red de apoyo y un soporte muy importante con María Claudia, con sus hermanas, con su abuelo y también espero poder ser parte de esa red de apoyo”.
“Es una pena porque yo hacía un flashback de lo que nos había pasado hace 34 años; ver a Alejandro de 4 años parecido a Miguel; Miguel tenía en el sepelio de nuestra mamá una rosa roja, Alejandro una blanca. Esa imagen se me va a quedar tatuada en el alma toda la vida y es la de Alejandro poniéndole esa rosa blanca en el féretro de su papá”.
“Es muy doloroso, pero estoy segura que Alejandro, como Miguel en su momento, va a salir adelante y será un niño feliz”.
Nunca perdiste la fe. ¿Cómo recibes la llamada ese lunes y qué piensas en ese momento?
“Yo tenía absoluta certeza en que nuestro milagro iba a ser que Miguel saliera de la clínica caminando con Alejandro en sus brazos, y esa llamada en la madrugada de este lunes fue muy dolorosa; no lo podía creer, me costó trabajo entender. Yo estaba dormida y mi marido me dice “Nos están llamando, se nos fue Miguel”. Muy duro”.
¿Cómo están los preparativos para la Caminata de la Solidaridad por Colombia, distinta a todas las demás?
“Me preguntaron el miércoles, cuando enterramos a Miguel si seguíamos o no con la caminata, yo les dije: mi abuela Nidia ya nos respondió eso en 1991, el año en que secuestran y matan a mi mamá, mi abuela hace caminata. Esa respuesta ya la tenemos y debemos seguir”.
“Es una pena enorme que este año va a ser la primera caminata sin mi abuela, una mujer tan importante que nos convocó alrededor de la solidaridad, que demostró que la solidaridad no debe ser una palabra, que a veces es difícil decirla, sino debe ser un modo de vida. Que ayudar no es una obligación sino un privilegio y que se haya ido en el contexto de mi hermano luchando por su vida fue muy doloroso”.
“No va a estar ella, y no me imaginé jamás tener una caminata, o tener mi vida sin Miguel, y vamos a honrar su legado, su corta vida, pero tan poderosa e importante. Honrar a nuestro guerrero”.
Será diferente a todo lo que estábamos acostumbrados a ver, evolucionaron el concepto de la Caminata por la Solidaridad
“Así es. Desde el año pasado empezamos a ver con los 50 años, con la celebración de este medio siglo, qué íbamos a proponer, cómo iba a evolucionar, y planteamos un festival musical con grandes artistas solidarios y una carrera. Ayer vi las imágenes de la carrera del año pasado, Miguel corriendo su carrera y ahora vamos a correr por Miguel”.
¿Qué mensaje le tiene que quedar al país después de toda esta tragedia?
“Te voy a contar lo que mi abuela Nidia nos dijo a la familia después de ese largo secuestro en el que matan a mi mamá. Dijo: el amor y la solidaridad debe ser mucho más potente que nuestra tragedia”, y 34 años después quiero quedarme ahí. El amor, la solidaridad, el ánimo de búsqueda de la paz tiene que ser más potente que el dolor de nuestra tragedia porque, además, todo Colombia está de luto, así lo hemos sentido”.
¿Qué fue lo último que le dijiste a tu hermano Miguel Uribe?
“Que lo amaba. Lo mucho que me he sentido orgullosa de él. Miguel desde chiquito fue un niño aventajado, salíamos al parque y todos los niños de su edad no sabían los colores y Miguel ya los sabía todos. Siempre fue muy pilo y nos llenó de orgullo todo lo que hacía, era un ser excepcional”.
“Esos días en la UCI le dije mucho todo lo que lo admiraba, lo que le quería. Lo que me queda de felicidad también es que se lo dije en vida. Tuvimos tiempo para decirnos que nos amábamos, para cantar a grito herido, para honrar a nuestra madre fortaleciendo nuestros lazos de hermandad y amor”.
“Miguel me va a hacer una falta enorme, pero esa falta la voy a llenar de amor, compromiso y trabajo”.


